Asada o frita, en parmentier o en forma de ñoqui, con salsa brava o con alioli, en tortilla o en ensaladilla, en buñuelo, rellena, ahumada, revolcona... Mil formas de disfrutar de la Patata de Burgos con recetas clásica, imperecederas, o en nuevas creaciones.
La clave de esta ruta es que todos los platos están preparados con la mejor patata fresca, la Patata de Burgos, una sabrosa patata "fea", sin lavar, que conserva todas sus propiedades y asegura que no ha sido conservada en frío.
Nuestra patata no se lava para preservar su buena conservación y sus cualidades para fritura. Lavarla supondría tener que almacenarla a temperaturas demasiado bajas (por debajo de 8 grados) para mantener un aspecto de piel tersa y color claro, pero esto aumenta el contenido en azúcares reductores dando a la patata un sabor dulce y un color pardo al freír.
Antes de salir al mercado se seleccionan las variedades más aptas para freír, al tiempo que se diferencian las que son mejores para cocer o guisar.
Éste tubérculo es envasado en sacos de papel para preservalo del contacto con la luz directa evitando su verdéo.
Por eso la Patata de Burgos se conserva bien.